Se levantó por la mañana y
notó algo extraño en la oreja; como aún no estaba bien despierto, no tuvo
fuerzas para mirarse al espejo, así que encaminó sus pasos a la cocina, preparó
la cafetera y mientras templaba la leche en el microondas, se acordó que tenía
que llamarla. Puso la cafetera y preparó la tostadora, descolgó el teléfono
pero no se acordaba del número: necesitaba el móvil para mirar en la agenda; el
microondas emitió un pitido, volvió a darle, colocó la rebanada de pan, se fue
al salón a buscar el móvil, olía a café recién hervido; no aparecía el móvil,
se fue a la salita y desfondó el sofá; la tostadora lanzó las rebanadas de pan
en la encimera, en la cocina olía a café requemado, volvió al dormitorio y
buscó entre las sábanas y el edredón; se le estaba pasando el hambre. Se fue a
la ducha y escuchó un fuerte chasquido como de explosión, abrió el grifo pero
reaccionó rápido y corrió a la cocina: cortó directamente el térmico del cuadro eléctrico, cerró el grifo
de la ducha y volvió a meterse en la cama tapándose la cabeza con un cojín; en
ese momento sonó el móvil, se activó el reconocimiento de voz y allí estaba
ella. Por fin sus músculos encontraron laxitud.
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