Los
niños jugaban al futbol con una pelota tan rebelde, que al recibir un patadón,
jamás tomaba la dirección de la portería. Tenía especial predilección por la
bandeja de los camareros y los sombreros de las señoras. Por eso en aquella
plaza el alcalde hizo colocar un bando, en el que se prohibía expresamente,
solicitar la presencia del camarero y sentarse a la mesa con la cabeza
cubierta.
Gracia por tus palabras tan sabias y por tus maravillosos escritos
ResponderBorrarabrazos siempre
Gracias a ti, Mucha, por la visita. Un abrazo
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